Good Land Farm

No siempre fuimos agricultores.

Durante años, trabajé en diseño y tecnología. A veces pasaba diez horas frente a una computadora, construyendo sitios web y proyectos digitales. El trabajo en sí era un buen trabajo...

pero yo no estaba bien.

Mi salud se estaba deteriorando, mi paciencia era poca, y no me gustaba el hombre en que me estaba convirtiendo. No para mi esposa. No para mí mismo. No para la familia que espero tener algún día.

Así que hice un cambio significativo.

Una cosa sobre mí… no suelo entrar despacio en las cosas. Cuando decido algo, me lanzo de lleno. Soy más de lanzarme de un acantilado que de meter solo la puntita del pie.

Así que cuando le compartí a mi esposa, Esme, que sentía que Dios me estaba llamando a dejar mi carrera estable en tecnología para dedicarme a la granja a tiempo completo, ella ni se inmutó.

La agricultura se ha convertido en mi manera de reiniciar. Me dio espacio para reconstruir mi salud, reencontrar la alegría y comenzar a aprender lo que significa vivir al ritmo de Dios en lugar del mío.

Aunque mi cambio de carrera pueda parecer repentino, la agricultura ha sido sembrada en mi familia por generaciones.

Mi abuelo, Emilio Sr., fue agricultor de maíz y algodón en El Salvador antes de trasladar a su esposa y a sus tres hijos a Estados Unidos para escapar de la guerra civil y construir un mejor futuro para su familia.

Y mi papá, Emilio Jr., estudió agricultura y siempre tuvo un interés especial por los animales. Pero cuando Dios abrió la puerta al ministerio, eligió ese camino. Verlo renunciar a algo que amaba me enseñó lo que significa seguir a Dios plenamente.

Ahora, de cierta manera, todos podemos trabajar en la granja juntos. Mi abuelo aún ofrece sabiduría de sus años en el campo, y mi papá, aunque sigue en el ministerio, presta sus manos cuando puede.

A través de su vida y liderazgo he aprendido que todo es un regalo de Dios. La familia, el trabajo, la tierra, los animales, hasta el aliento.

Y los regalos están hechos para cuidarse, no para agotarse.

Por eso la agricultura industrial nos duele. Persigue la ganancia a costa del suelo, los animales y las personas.

Y lo peor, la mayoría de las grandes granjas van en contra del diseño perfecto de Dios.

Creemos que las pequeñas granjas, como la nuestra, pueden contar una mejor historia.

Esto no se trata de adorar la naturaleza ni de aparentar en las redes sociales.

Para nosotros, la agricultura es obediencia y confianza en que el camino de Dios siempre es mejor.

Cuando los animales viven como Él los diseñó, cuando el suelo tiene oportunidad de sanar y cuando los alimentos se crían con cuidado, la gente es más sana en cuerpo, mente y espíritu.

Estamos convencidos de que esta es una de las respuestas a la enfermedad de nuestro mundo hoy.

En muchos sentidos, todo esto se conecta con el diseño. He estado diseñando desde los 14 años. Durante décadas hice cosas que, según yo, se veían bien.

Pero si algo me ha enseñado la agricultura es esto: la vida es mejor cuando…

Dios diseña y
yo administro.

Mi responsabilidad en esta vida es trabajar con lo que Él ya ha hecho, no luchar contra ello ni forzar mi propio diseño.

Y cuando esas dos cosas suceden, siempre pasa algo bueno.

Junto con la granja, dirigimos un estudio de diseño y desarrollo que sirve a organizaciones sin fines de lucro, iglesias y pequeños negocios. También compartimos reflexiones sobre las palabras de Cristo a través de un devocional gratuito llamado Jesús Lo Dijo.

Ya sea a través de la agricultura, el diseño o la escritura, nuestro enfoque es el mismo:

Sembrar semillas con fe, administrar lo que tenemos en las manos, y confiar en Dios con los resultados.

La verdad es que todavía estoy aprendiendo a criar animales correctamente, cuidar el suelo y desacelerar.

Pero de algo estoy seguro: la agricultura ha sido la manera de Dios de hacer crecer algo bueno en mí. Y creo con todo mi corazón que también puede hacer crecer algo bueno en ti.

Bienvenido a
Good Land Farm

Oramos para que pronto pruebes y veas que el Señor es bueno.